No parece remitir el tema de las sanciones por las edificaciones ilegales. Desde un punto más o menos imparcial puedo decir que este tema –como la mayoría de los que se suscitan por decisiones municipales-, tiene varias lecturas.
Por suerte o desgracia no soy parte implicada. Por desgracia porque en el momento de las licencias conflictivas no tenía posibilidad económica que infringir la ley en ese aspecto, y la suerte porque ahora mismo estaría posiblemente cabreadísimo como un mono.
No soy persona que se arriesgue a tener problemas con la autoridad a cambio de ahorrarme algunos euros, pero muchas veces en la ignorancia acudes a personas que sea por negligencia o despreocupación (descarto la mala fe) dan información y consejos que provocan consecuencias desagradables.
Pienso que todo el mundo sabe que hay que solicitar permiso de obras para edificar, pero si personas allegadas directamente al ayuntamiento te dicen “con eso ya tienes suficiente”, “no te preocupes pides esto y nadie te dirá nada”, es penoso que después te caigan dobladas.
Todo esto no exime ni justifica el haber hecho las cosas mal y que cuando te sancionan con cara de tonto y el espíritu más que cabreado debes pagar y tomar medidas para que no te vuelva a pasar.
Por desgracia de cada vez más estamos inmersos en la cultura de “me lo pone por escrito y con un sello”. Es una pena, como otras tantas cosas. No vale lo de “yo pregunté y me dijeron…”. Ya nadie responde por nadie y si se puede utilizar una de estas situaciones para recaudar y de paso desacreditar a un amigo-enemigo político, pues genial.
Por supuesto que de esta casuística están descartados los que poseyendo toda la información y conocedores de las obligaciones establecidas quisieron ser los más listos del pueblo y encima se reían de los tontos que pagaban. Estos son los primeros que se suben al carro de “yo no sabía nada”.
No es ni la primera ni la última vez que pasará. También pasó con el tema de los contadores de agua. Y volverá a pasar. Así que, a lo dicho por, escrito y con la letra bien clarita.
Por suerte o desgracia no soy parte implicada. Por desgracia porque en el momento de las licencias conflictivas no tenía posibilidad económica que infringir la ley en ese aspecto, y la suerte porque ahora mismo estaría posiblemente cabreadísimo como un mono.
No soy persona que se arriesgue a tener problemas con la autoridad a cambio de ahorrarme algunos euros, pero muchas veces en la ignorancia acudes a personas que sea por negligencia o despreocupación (descarto la mala fe) dan información y consejos que provocan consecuencias desagradables.
Pienso que todo el mundo sabe que hay que solicitar permiso de obras para edificar, pero si personas allegadas directamente al ayuntamiento te dicen “con eso ya tienes suficiente”, “no te preocupes pides esto y nadie te dirá nada”, es penoso que después te caigan dobladas.
Todo esto no exime ni justifica el haber hecho las cosas mal y que cuando te sancionan con cara de tonto y el espíritu más que cabreado debes pagar y tomar medidas para que no te vuelva a pasar.
Por desgracia de cada vez más estamos inmersos en la cultura de “me lo pone por escrito y con un sello”. Es una pena, como otras tantas cosas. No vale lo de “yo pregunté y me dijeron…”. Ya nadie responde por nadie y si se puede utilizar una de estas situaciones para recaudar y de paso desacreditar a un amigo-enemigo político, pues genial.
Por supuesto que de esta casuística están descartados los que poseyendo toda la información y conocedores de las obligaciones establecidas quisieron ser los más listos del pueblo y encima se reían de los tontos que pagaban. Estos son los primeros que se suben al carro de “yo no sabía nada”.
No es ni la primera ni la última vez que pasará. También pasó con el tema de los contadores de agua. Y volverá a pasar. Así que, a lo dicho por, escrito y con la letra bien clarita.
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