sábado, 11 de octubre de 2014

1+1+1+1+1 = 0

Casi siempre de ha identificado una masa de personas con un rebaño de borregos; y es así porque en la mayoría de las ocasiones el conjunto en vez de aunar criterios para generar ideas más coherentes, lo único que consigue es anular lo individual para que simplemente el más fuerte refrende sus deseos con el amparo de la fuerza de todos.

Un caso claro está en el fútbol. Se oyen verdaderas barbaridades dirigidas a jugadores por el mero hecho de cambiar de equipo. no se les perdona tamaña traición al equipo, los coloaborregadores y la historia. Simplemente por querer progresar en su trabajo.Cualquiera de nosotros cambiaríamos de empresa por conseguir la milésima parte de sus ventajas. Se les llama peseteros, cuando realmente en la mayoría de los casos no es eso lo que les mueve, simplemente quieren ser titulares, quieren que se les reconozca su valía.

Pero si movidos por esos mismos intereses, muchas veces más egoístas, es el equipo el que prescinde de ellos, no importa. se dice “ya encontrarán otro equipo, total para lo que hacía”. También se dice “el fútbol no tiene memoria, ¡falso! quien no está interesada en tener memoria es la gente ya que en caso contrario se vería obligada a reconocer su egoísmo y falta de los más básicos valores.

Cuando juega la selección parece que algo tuyo está en juego. Y a pesar  de que como decía un amigo “ese equipo solo representa a la Federación, no al país” es difícil no mosquearnos cuando perdemos. Hasta ahí bien, normal, humano. Lo malo es cuando nos enteramos que están negociando las primas por victoria. ¡Ya la hemos liado!. ¡Peseteros, rastreros, que no quieren al país, si no quieren que no vayan, y si son catalanes o vascos ¡No te digo más!. Se nos sube la sangre a la cabeza y nos olvidamos de todo incómodo pasado y nos lanzamos a la más vergonzosa diatriba. Y tonto de mi me pregunto. ¿Que diríamos si nuestra empresa nos mandara a la otra parte del mundo a trabajar un par de semanas –sin cobrar- para representar a nuestro gremio y defender a nuestro país.  ¡Ah no! ¡Eso es diferente! Lo mío es trabajo y lo suyo diversión.

Todo eso lo entendemos, lo respetamos y lo compartimos, sí, pero en la intimidad –como el catalán de Aznar-, pero en cuanto nos juntamos unos cuantos nuestra única preocupación es saber quien tiene un mechero para prender fuego al hereje de turno. Y es que en eso como en otras muchas cosas los españoles no somos diferentes a países que tachamos de poco civilizados.

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