Están tan pagados de sí mismos que muchos no se podían imaginar que les iban a arrebatar un caramelo que se les a tornado envenenado. Y como si de niños enrabietados se tratase se han dedicado a rebuscar detalles que puedan comprometer a los osados. ¡Cómo de atreven!!Ya verán estos, les vamos a hacer la vida imposible! y ¡hala! orden al esclavo de turno para chafardear todos los twits y whatsapp que han puesto desde el principio de los tiempos.
Si esto lo hiciera aluna alma pura y cándida, –estoy convencido de que no existen-, podría aceptarlo, pero que todo esa despreciable maquinación emane de las más oscuras y pútridas cloacas generadoras de la más purulenta corrupción, excede de la habitual exposición de cinismo político.
No cabe duda que dentro del abanico humorístico hay multitud de estilos. Unos más acertados que otros. Algunos desafortunados y trasnochados. Incluso de un pésimo gusto. Los hay que se tienen como protagonismo alguna desgracia del prójimo o algún defecto. El hacer o trasmitir algún chiste, que no perjudica a nadie, –de mal gusto, de acuerdo- ¿eso estigmatiza a perpetuidad al que lo ha creado o enviado?. ¡Vale! pues al que ha sonreído cuando alguien se ha pecado un soberbio tortazo ¡Inhabilitado para ser médico en toda su vida!. Al que le haya hecho gracia algún chiste de cojos, mancos, ciegos, negros, judíos, gallegos o catalanes ¡A la hoguera!. Una pregunta a algún aragonés ¿nos hace gracia cuando oímos chiste de cazurros? ¡A la guerra!
Es repulsivo que se utilice así a la gente para fines políticos, y arrojar porquería sobre personas cuyo único pecado es pensar que lo pueden hacer mejor que los “santos” que estaban viviendo de las instituciones.
Hasta la propia Irene Villa -objetivo de uno de los crueles chistes publicados- comento:
"Lo que de verdad me duele en el alma son los insultos, amenazas que están sufriendo los propios políticos que, sin haber empezado apenas su labor, son ultrajados de una forma tan anti-humanitaria, injusta e incluso demente..." .
No quiero pensar lo que nos puede pasar a los pobres zaragocistas después de la derrota con el equipo de Las Palmas; porque después de lo que he leído en caliente por la red seguro que dentro de veinte años alguien pide la pena de muerte para todos nosotros.
¡Qué pena!
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